En el atardecer de ayer, cuando los últimos rayos del sol estaban muriendo para, cual ave Fénix, renacer al otro día, dejaban al descubierto un cielo enorme naranjiceleste. Fue entones cuando del árbol de la inspiración brotaron estos frutos, ni dulces, ni amargos, tan solo vagamente interesantes.
1- En la playa en donde golpea el mar de las multitudes, no se encuentran caracolas, tan solo soledades.
2- En el mar de las miserias, naufraga el virtuoso y navega gallardo el miserable.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
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