Hace unos cuantos días que vengo pensando algo que me preocupa un poco…
¿Cómo explicarlo? Por lo general uno critica, o se suma a la critica que otro la hace a un tercero. Cosas tales como “que tonto” mira lo que hizo o lo que dijo o lo que no hizo, “que infeliz” tal cosa, o “que mediocre” tal otra… y así una infinidad de posibilidades de criticas hacia un prójimo desamparado.
¿Pero, que pasa cuando ese prójimo es uno? ¿Qué pasa cuando uno se convierte en ese tercero nefasto? (Ojo uno pude escuchar cuando lo critican, pero por lo general uno esta en desacuerdo con el comentario y termina desacreditando al comentador y al comentario mismo) a lo que me refiero es ¿Qué pasa cuando, un solito se da cuenta y se ve así mismo cono ese tercero detestable?
Desde luego pone en tela de juicio la propia estructura, de quien se observa a si mismo como un otro al cual el mismo se podría odiar.
Es una angustiosa posibilidad, pero valiosa, de replantearse su posición frente a los demás. Hay que andar cauto, para no caer en la falacia, de creer que la mirada de los otros sea más valedera que la propia.
En el atardecer de ayer, cuando los últimos rayos del sol estaban muriendo para, cual ave Fénix, renacer al otro día, dejaban al descubierto un cielo enorme naranjiceleste. Fue entones cuando del árbol de la inspiración brotaron estos frutos, ni dulces, ni amargos, tan solo vagamente interesantes.
1-En la playa en donde golpea el mar de las multitudes, no se encuentran caracolas, tan solo soledades.
2-En el mar de las miserias, naufraga el virtuoso y navega gallardo el miserable.